La traducción que hago a continuación de la primera secuencia de Cuatro Cuartetos de T.S. Eliot tiene excesivas licencias. Tal vez sea un sacrilegio para algunos, pero si tenéis la suerte de comprender el inglés, leerla en inglés; si por el contrario la suerte de la lengua os es esquiva, acudir a las sucesivas traducciones del poemario, como la original de Vicente Gaos o la que manejé en mi lectura, la traducción de Esteban Pujals Gesalí. Como veis, hasta el título le cambio, pero lejos de mi intención corregir al poeta, sino solo jugar a ser poeta.
Arcadia
Tiempo presente, tiempo pasado,
tal vez presentes en el tiempo futuro,
tiempo futuro contenido en el pasado.
Si el tiempo es eternamente presente
el tiempo es irredimible.
Los caminos del pasado son una abstracción
una eterna posibilidad
en un mundo de especulación.
Tanto los caminos ideales como los conocidos
miran siempre hacia el presente final.
Ecos de pasos en la memoria
por el pasillo que jamás hollé
a través de la entrada ignota
al jardín del Edén. Ecos de mis palabras
suenan, en tu mente.
Pero cuál ánimo complaciente
levantar el hollín de un cuenco de rosas:
lo ignoro.
Otros ecos
habitan el jardín. ¿Los seguimos?
Rápido, dijo el tordo, búscalos, búscalos
a la vuelta de la esquina. Tras la primera verja
al primer mundo entre todos compartido,
¿mordemos el anzuelo del tordo? Entramos.
Allí anclados, altivos, invisibles,
moviéndose sin prisa, sobre las hojas muertas,
en el caliente otoño, a través de la tenue brisa.
Llamó el ave, respondiendo
a la música inaudible oculta en los arbustos,
un haz invisible cruza la vista; las rosas
tenían la afectación de las flores que se saben observadas.
Allí estaban como invitados aceptados.
Moviéndonos con ellos, en su actitud habitual,
por el camino desierto, hacia el círculo interior,
para mirar en la laguna vacía.
Seco estanque, hormigón, oscura la orilla.
Súbitamente se llenó de agua de luz,
los lotos se irguieron, rápido, rápido,
brillando en la superficie la semilla del sol,
ellos a la espalda, mirándonos desde el agua.
Entonces pasó una nube; de súbito, la laguna vacía.
Vete, dijo el ave, las hojas vibran llenas de chiquillos,
excitados, conteniendo la risa.
Vete, vete, vete, dijo el tordo: la realidad
hiere a los humanos.
Tiempo pasado, tiempo futuro,
tanto los caminos ideales como los conocidos
miran siempre hacia el presente final.
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